La imagen soñada de Zapatero junto a Obama, es decir, el reencuentro de España y EE.UU. tras Aznar y Bush ha quedado deslucida por un estúpido problema estilístico. Las incomprensibles arrugas en el traje del presidente español nos representan a todos.
Era, sin duda, uno de sus sueños políticos: el poder estrecharle la mano al líder de masas y presidente de los EE.UU, Barack Obama. Tras 45 minutos de encuentro entre el presidente español y el americano, José Luis Rodríguez Zapatero apareció ante las cámaras como un niño al que le dan la oportunidad de conocer a su mito musical o futbolístico en un programa de Sorpresa, Sorpresa. El líder socialista le dedicó innumerables miradas de admiración a su homólogo, nada más. Parco en palabras por el entusiasmo y por la falta de idiomas, Zapatero sólo entonó un “apoyaremos a Barack Obama”. Y aunque la duda de los intelectuales, ahora mismo, sea en qué lo apoyaremos, a mí me surge otra: las incomprensibles arrugas que se le componían al presidente del gobierno español en su traje. Como podrán comprobar (es más evidente en los vídeos), tales arrugas no respondían a un mal planchado. Las arrugas son de fábrica. Digo de fábrica, o de confección, porque ningún sastre hubiera permitido que el representante español apareciera en la foto de su vida junto al inmaculado estilo de Barack Obama con tal desfachatez.
Podría sucederle que la americana del traje le estuviera prieta, e incluso, que el presidente español hubiera cometido el error de guardarse la chuleta del discurso con rapidez en uno de los bolsillos interiores de la chaqueta junto con demás bultos (cartera, pañuelo, móvil…) pero quizá con desabrochar el botón –aunque no es protocolario, en este caso se hace necesario-, se hubiera resuelto algo el problema.
De todos modos, no estaría mal que Zapatero se pasara por la sastrería más cercana. Ya sabemos que estamos en crisis, pero aún así, no escatime usted, señor presidente, en la imagen pública que ofrece de España. El país de Amancio Ortega nunca se lo perdonaría.
P.D. Obama escogió el azul para su corbata y Zapatero, el rojo. Para que nadie confunda quién es quién…