¿Y qué esperaban?

Congreso de los Diputados. El presidente del gobierno español entra como siempre, con nerviosismo, como si alguien o algo le persiguiera de por vida. Ha perdido peso y pelo, pero lo que es más grave, ha perdido el norte (hasta en Santiago le abuchearon el pasado domingo a pie de Catedral). De todos modos, él se aferra a la mediocridad de su traje, sus gafas y su cartera, convencido de que  el escudo podrá parar cualquier golpe. De nuevo, aporrean mis últimas declaraciones sobre Mariano Rajoy: «el estilo en el vestir lo da la personalidad y este hombre, que pretende liderarnos, carece totalmente de lo uno y de lo otro.» La corbata, además, es la de cuadros; la cosa se pone negra, más aún que el carbón que se extiende por las calles de la capital. Y como si recitara el menú del día o la lista de la compra, el tipo anuncia sin ningún tipo de reparo el fin del estado de bienestar. Su único gesto con el inocente castigado, con el pueblo maltratado, es un perverso y vago «a mí tampoco me gusta tener que hacerlo». Sin pretenderlo, me acuerdo de Nerón: tocando la lira mientras Roma arde. Pero siempre hay público para interpretaciones tan cobardes (gobernar es liderar no venir con el padrenuestro de Bruselas): los populares aplauden satisfechos por la faena (nos han cortado las dos ojeras y el rabo). Entre ellos, Soraya Sáenz de Santamaría viene colorada, toda una provocación o una premonición. Porque hasta los rojos visten hoy de negro. Cayo Lara (si prescindiera de las americanas, le daba el título al político ideoestéticamente más coherente de la nación actual) llevaba la camiseta de los mineros. De luto, también, Rosa Díez. El pelo a lo garçon me agrada (como casi todo lo que tiene que ver con Francia), pero aún me fascina más que se haya apuntado a la moda de las féminas PP con los broches imposibles de descifrar: ¿esto es un palito de Popeye a lo marinero y cara de Homer Simpson?

De verdad, ¿qué esperábamos?

PD. Lo siento, a Rubalcaba no lo he visto. La o-posición la ocuparon IU y UPyD.

 

 

 

150 150 Patrycia Centeno
3 comentarios
  • El año que vivimos peligrosamente, bueno,en realidad, los años que vivimos peligrosamente. Lo dramático ocurrió después, huyendo por la puerta de atrás, él y su vice. Hoy , Sori, ha perdido muchos puntos.

  • ¿Como se puede aplaudir a la mediocridad?….Me quedo perpleja con el broche gusano.

  • Que asco de clase política,que significan esos aplausos?me siento insultado

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