Interrumpo mi larga cita de fin de semana con Ernesto Guevara para hablar del modelito escogido por Elena Valenciano para visitar un banco de alimentos. Estoy espesa ( llevo ya tres biografías del Che) pero muy sensibilizada con la causa, así que la gabardina rosita y el pañuelo dorado me acaba de dejar totalmente muerta. ¿Será que la socialista deseó feminizar (y suavizar) el look de Sánchez Gordillo empujando el carrito del Mercadona? En fin, sigo con mi Cristo armado. Será mejor.
A mi casi lo que menos me gusta es el tejido del pañuelico en cuestión. ¡Demasiado brillante! Y lo que es peor, ¡sin planchar! Se le notan las arrugas de las dobleces propias de su almacenamiento, ¡ja, ja! Eso queda fatal. Hoy me he levantado criticona, ¡sí señor!