Aunque aseguró que la timidez le impide actuar con normalidad delante de las cámaras y los medios, parece que es solo la lengua catalana lo que cohíbe al president de la Generalitat. Jose Montilla, igual que su adversario político Artur Mas hizo hace algo más de un mes, se subió a la Noria de Telecinco. Y aunque no deja de transmitir una imagen soporífera –traje oscuro, camisa blanca, corbata roja y esas horribles gafas que tan poco le favorecen-, en castellano dispone de mucha más soltura expresiva (aunque nunca será el alma de la fiesta).
Pero lo peor de la entrevista fue el vídeo que le dedicaron a su faceta más familiar. Su mujer, Ana Hernández (mentora del actual Montilla), contaba desde el salón de su casa las anécdotas de su amado y padre de sus trillizos. En un escenario bastante cutre (parecía como si alguien hubiera colocado todas las fotos existentes de Montilla en carácter cariñoso detrás de Hernández), el mensaje de su esposa resultó poco convincente. Nada que ver con el dominio de los medios, al estilo más americanizado, que posee el matrimonio Mas.
Dices, Patricia, que «el mensaje de su esposa resultó poco convincente» ( ! ).
Montilla sí resultó convincente, como ha venido ocurriendo a lo largo de toda su carrera política.
Su sensatez , su coherencia y su dedicación son incuestionables.