Como suele ser ya costumbre, muchos criticaréis que compare una vez más al presidente español con su homólogo estadounidense. Pero la verdad es que el ejemplo resulta siempre tan revelador y eficaz que no me resisto a hacerlo de nuevo. No sé si recordaréis que hace unas semanas, cuando Pedro Sánchez acudió a la Moncloa para entrevistarse con Mariano Rajoy, sugerí que hubiera sido positivo (tanto para la imagen de su partido como para su propia comodidad) que el nuevo líder de la oposición hubiera renunciado a la corbata. Algunos me trasladasteis vuestra disconformidad con esta propuesta al considerar que el emplazamiento y la cita merecían un atavío clásico (aunque el secretario general del PSOE no tenga ni idea de cómo lucir el lazo). Respeto, seguridad seriedad… son algunas de las muchas cualidades que se le otorgan al accesorio masculino por excelencia sin cuestionarse nada más. Personalmente considero que la corbata está sobrevalorada y que hay otras mil formas e instrumentos dentro de la comunicación no verbal (incluyendo la estética y la indumentaria) para transmitir todos estos valores. Y para muestra, Obama.