Cuando insisto en que los políticos deben estar totalmente informados sobre la prenda que visten (aunque se la ofrezca una persona o asociación de absoluta confianza), me refiero a esto. La pasada semana, David Cameron provocó un gran revuelo al negarse a lucir una camiseta en apoyo al feminismo. El primer ministro británico poseía un excelente motivo para rechazar la t-shirt con el lema «Así es como se ve a una feminista»: se sospechaba que la pieza había sido producida en una fábrica de Isla Mauricio en la que se explota a 16 trabajadoras. Otros, en cambio, no estuvieron nada atentos al origen de la camiseta (de coste 11€ y se vendía a 58€) y aceptaron posar con ella para la revista Elle inglesa en un reportaje en apoyo a la mujer. Entre ellos, el vice primer ministro Nick Clegg -ya ha pedido disculpas- y el líder de los laboristas Ed Miliband -lejos de pedir perdón, cree que los únicos culpables son los responsables de la campaña. Lógicamente, el asunto ha enfadado mucho a la opinión pública que ha tildado a sus políticos de «tontos».
En fin, lo de siempre. Antes de comprar nada, no olvidéis darle la vuelta a la etiqueta (o lo que es lo mismo, no os olvidéis de la conciencia).