Esta última semana me he retrotraído al año 1931, a la lucha en soledad de Clara Campoamor y al lamentable veto de una parte de la izquierda al sufragio femenino. Algunos líderes de Podemos y Els Comuns se han reencarnado en Victoria Kent. Cuando ha llegado la hora de alzar la voz, le han vuelto a decir a Clara Campoamor que «es necesario aplazar el voto femenino» (hoy, el de autodeterminación). Las razones y argumentos que presentan en 2017 son tan reaccionarias como los que el Partido Radical-Socialista esgrimió en su día para impedir el voto de la mujer. Si los izquierdistas coetáneos de Campoamor aducían la supuesta dependencia de las ciudadanas españolas a la Iglesia y temían que eso hiciese que su voto se decantase a la derecha, hoy le reprochan a la CUP y ERC que vayan de la mano del PDeCat: «¿Es legítimo querer dejarnos aquí con Borbones y Bárcenas e ir de la mano de los Pujoles?», planteó Alberto Garzón en Twitter. SEGUIR LEYENDO