Me contaron hace años que el bulldog francés fue un obsequio de la diplomacia británica a la francesa. Para ofender a los galos, los ingleses se empecinaron en crear el perro más feo del mundo -lo sé, no hay perros feos, más bien dueños horribles- y se lo regalaron. Los franceses, sin inmutarse por aquel pequeño monstruito que les habían entregado, convirtieron el ejemplar, como hacen con todo, en uno de las razas perrunas más chics del planeta. Os cuento todo esto porque en Sicilia encontramos a un bulldog francés como candidato a la presidencia. Stefano, de cinco meses, es el representante de la rabia de los indignados que están hartos de los trapicheos entre el gobierno y la Cosa Nostra. No se trata de un símbolo, Stefano tiene hasta su propio cartel electoral en el que aparece, eso sí, con cuello blanco y corbata negra. El lema: «Mejor un perro político que un político perro». ¿La firma? ¡Su pezuña! Lástima que no se le vean los genitales. En política hace falta tenerlos bien grandes. Quizás en España podríamos optar por un cerdo: «Mejor un cerdo político que un político cerdo» (No sé que le parecería a mi editor este título para un próximo libro…).
PD. Es más guapo y se le ve más limpio que a muchos políticos. Sobre inteligencia y fidelidad, quien tenga perro lo sabrá: nos dan 10.000 vueltas. La mía, Naya, duerme ahora mismo sobre mis pies feliz de la vida (sin crisis ni milongas).
Bravísimo! Güau! Es incluso más guapo que Obama. Votaría por él sin pensarlo. Änimo. Y muchísima suerte. Otra indignada y sus perros.