Miles de alumnos han iniciado hoy el curso escolar. Entre ellos, el rayo de sol de mi vida: mi sobrina de siete años, Lucía. Cuando la he llamado para informarme de cómo le había ido el día (para mí, desde parvulitos hasta la universidad, y pese a sacar buenas notas, era la jornada más deprimente de todo el año), no me ha comentado nada sobre la inmersión lingüística, ni de cómo narices vamos a salir adelante económicamente, no. Lucía ha dedicado hoy sus lágrimas a la prohibición con la que sus iluminados profesares la han sorprendido: «No se pueden traer mochilas al cole porque ocupan mucho espacio». En la minúscula mochila, Lucía solo lleva una cantimplora de agua porque «le da asco beber agua del mismo vaso que beben todos» y «el agua del cole está muy caliente». Ahora, que todo son reivindicaciones, me sumo a la causa de Lucía: ¡Sí a las mochilas para los alumnos del Martinet! Seguro que Jorge Moragas (PP) se une a la causa…
¡ Olé por la Lucía,! Donde hay que meter mano es en el tema abusivo de los libros.
Supongo que los libreros y algún director, les parece bien el sistema actual, libros para un solo curso y no utilizable para sus hermanos.