Hace unos meses, cuando se celebró el debate Rajoy-Rubalcaba, titulé mi artículo en El Mundo con una sola palabra: «Mimetizados» (por la dejadez y el hastío, resumía en el cuerpo). Hoy, con una mirada simple, podría emplear el mismo concepto para hablar de la vestimenta del encuentro televisivo entre los candidatos Nicolas Sarkozy y François Hollande. El debate ha utilizado dos colores esenciales en la indumentaria política y no por eso debemos restarle valentía a esta elección. Plató, moderadores y aspirantes a la presidencia de la república han escogido el bicolor de una de sus compatriotas: Coco Chanel.
El atrevimiento al que me refiero se debe a que los franceses nos han vuelto a dar una lección de democracia, gusto y savoir faire. El blanco y negro -el del poder y la elegancia- anula cualquier distracción y nos invita a prestar atención a lo importante: las ideas. En España este atuendo hubiera sido impensable. Los asesores siguen convencidos de que la camisa azul -algo más progre- favorece en televisión (porque hace treinta años los platós recomendaban un toque de color en las prendas). También, que si el político no lleva corbata roja o azul (según su signo político) no se le podrá reconocer (ahí quizá le doy la razón porque el mensaje es tan pobre y similar que no hay Dios que distinga quién es quién).
A nadie se le escapa que los participantes en el debate han calculado perfectamente qué prendas escoger para este escenario en concreto. La calidad de la seda de la corbata negra de Hollande me ha cautivado (en líneas generales y aunque me sorprenda, creo que esta noche está mejor vestido que Sarkozy. Solo le pongo un pero, el pellejo del cuello. Su rival es más listo y lo disimula con un cuello de camisa más alto…). Después de un rato, advierto que la corbata de Sarkozy es azul marino oscura. El lazo del moderador (jajajaja… lo mismito que Manuel Campo Vidal), también en negro, es más estrecha. La otra presentadora, la única fémina de la reunión -hace cinco años, Ségolène Royal, ex mujer de Hollande y ex candidata de los socialistas franceses, confió en un blazer blanco para demonizar a Sarkozy- , ha hecho gala de la sofisticación de la femme con un espléndido vestido negro con escote en V. No quiero olvidarme de resaltar el perfecto corte de pelo de ambos. Esta tarde han pasado por la barbería. Tampoco pasaré por alto el maquillaje: efectivo y natural.