No dudo de la capacidad de Nicolas Sarkozy, pero no me gustaría que alguien que padece complejo de estatura liderara mi país (aunque por desgracia nuestro presidente cuenta con otras deficiencias como la de no reconocer la realidad). A imagen y semejanza, Sarkozy ahora sólo quiere guardaespaldas bajitos. Cuidado, la cabezona reina de corazones acabó mal, muy mal.
La máxima preocupación del presidente galo es su 1.65 centímetros de altura. Tanto es así, que su última ocurrencia para disimular su baja estatura es sólo contratar a guardaespaldas que no lo dejen en evidencia. Plataformas ocultas en sus zapatos, subirse a un taburete o posar de puntillas son otras de las soluciones que Sarkozy ya ha probado sin demasiado éxito ya que sólo le han servido para ser ridiculizado por todos aquellos que conocen sus secretos.
La seguridad personal en un líder político es tan importante que Sarkozy, aunque sea por una pequeñez así (nunca mejor dicho…), podría tener problemas a causa de su obsesión con la estatura. Todo esto me recuerda a la película de Tim Burton, Alicia en el país de las maravillas. En ella, la reina de corazones acaba descubriendo que todos sus súbditos han exagerado alguna parte de su cuerpo para que ella no se sienta mal por ser cabezona. Cuidado, Sarko. De un “¡Que le corten la cabeza!” a “¡Que le corten las piernecillas!” hay un paso.