«Cuántos pimientos le importa su imagen?», le pregunta un periodista de El Mundo a la líder de los populares en Catalunya. Y ella responde: «Ninguno. La gente cree que me preocupo mucho por la imagen. Los que no te quieren bien, es más envidia que otra cosa.» Después de reirme sin parar durante diez minutos, le doy la razón a Sánchez Camacho. A esta mujer no le importa un pimiento su imagen, si así fuera no se pondría lo que se pone. En la última premisa, corrijo. Quizá quiso decir «los que no te quieren ver». Intentar justificar las críticas por su estética e indumentaria para el escenario político con un insulso «me tienen envidia» es tan socorrido como cuando las mujeres nos convencemos las unas a las otras de que si un hombre no nos llama es «porque se está haciendo el interesante».