No se equivoca el pueblo cuando dice que lo mejor que tiene el PSOE (para bien y para mal) es Rubalcaba. El candidato le saca cinco palmos de ventaja (en inteligencia) a todos sus colegas y asesores. Por eso, cuando leo la información que hoy aparece en El Mundo corroboro la afirmación. Según el diario, el ex ministro de interior se ha negado a adoptar los cambios de imagen que los especialistas en marketing le han propuesto. Viendo cuáles son las recomendaciones, no me extraña que no acceda.
Llevo meses advirtiéndolo (porque me las veía venir): «no toquen la imagen de Rubalcaba». Pero fue decirlo y que el candidato apareciera con unos jeans setenteros que, a parte de no favorecerle, lo incomodaban -está acostumbrado al traje chaqueta que luce con corrección clásica. Estaba claro, los asesores (ninguno especialista en estilismo político) le pidieron a su chico, sin ninguna otra consideración que aquella que ordena a los rebaños, que relajara su indumentaria: que prescindiera del sastre y la corbata, para parecer más informal (algo que, insisto, en tiempo de crisis tampoco es recomendable). Así que, animado por la ignorancia de su equipo, Rubalcaba dinamitó las tres cualidades fundamentales para proyectar una óptima imagen política: la seriedad, la seguridad y la cercanía.
Cuenta el reportaje que una de sus allegadas se ofreció para comprarle un modelo de denim más adecuado. Pero claro, ya era tarde. «Me gustan estos y te voy a dar un disgusto: tengo cuatro pares iguales», le respondió Rubalcaba. Obvio, el candidato se sintió intimidado y vulnerable por un séquito incapaz de ofrecerle garantías de éxito en su estética. Por ello, cuando algún otro listo se atrevió a comentarle ponerse fundas en los dientes para mejorar su sonrisa -insisto, en época de crisis y en Rubalcaba, no necesitamos sonrisas- dejó clara su postura: «Yo soy así. Me conocéis de siempre así y cuando me nombrasteis sabíais que era así.»
La imagen de Rublacaba no era necesaria tocarla. Con quitarse la americana y arremangar ligeramente las mangas de la camisa para los actos más informales hubiera sido más que suficiente. Se justifican ahora los asesores de su falta de profesionalidad alegando que el candidato comete un error al no haber entendido la importancia de la imagen. Según éstos, Rubalcaba está obligado al cambio porque Mariano Rajoy ya lo está haciendo (tonalidades más alegres). Lo que no han entendido los supuestos estrategas es que a Rajoy le faltaba carisma (la seguridad y la seriedad ya se la aportan las siglas de su partido) y a Rubalcaba lo que le convenía era mantenerse firme en seguir siendo el hombre fuerte (en este momento, la imagen deteriorada de su formación política debía mantenerse alejada de su figura).
Totalmente de acuerdo.
Algunos asesores de imagen son banales por naturaleza, y entiendase que digo banales por no decir algo peor.
¿Les contratan porque son de la familia, o algo así?