En lo que llevamos de legislatura he descubierto (o confirmado) que Mariano Rajoy no tiene ningún tipo de afinidad con el interlocutor. Las cosas las suelta así, a bocajarro, a lo loco. Ayer, en un acto con su partido, se jactó de que cada viernes van a haber nuevas reformas, nuevos recortes. Su aspecto, normalmente insulso, mediocre y vulgar, no desentonó con sus palabras vacías de significado y esperanza. Por eso, el tejido áspero, hosco y rígido de su americana advertía tiempos en que la mayoría (el pueblo) nos vamos a cansar de rascarnos. Esperanza Aguirre, mucho más consciente del poder de la imagen, escogió un vestido safari o sahariano a juego con su reloj crema. Pero si su atuendo podía suscitar recelos (tras el incidente del rey con el elefante), la presidenta de la Comunidad de Madrid se colgó una entrañable mariquita en su solapa. Eso sí, la obsesión por llevar broches de tamaño desproporcionado provocó que la mariquita también diera un poco de miedo…
Creo que E. Aguirre lleva una mariquita, para alejar » predadores» como le ocurre al insecto real con sus colores vivos. … La flor no es un tulipán??