Algunos hombres aún muestran ciertas reticencias a lo de cruzar las piernas cuando se sientan. Por comodidad pero también por ciertas supersticiones varoniles que no entraré a valorar (quizá con el cruce algun macho se dejó la hombría). Al presidente del gobierno español en su reunión de hoy con Almunia en Moncloa tampoco le ha dado la gana lo de cerrar las piernas. Léase el gesto como muestra de bravata hispánica, de cabezonería o de echao pa’lante (lo dudo).