Vestir mal en Francia se considera antipatriótico. En el ADN de un parisino va implícito la exquisitez del savoir faire: que la excelencia visual parezca sencilla, no pretendida (algo tan fácil pero sublime como una mesa repleta de quesos y vinos o una camisa blanca de algodón).
Por eso se antoja tan injusto como absurdo pretender encontrar conexiones estilísticas (ideológicas) entre los aspirantes a ocupar el Elíseo y la mayoría de bárbaros que pasean actualmente por la península ibérica. Fillon no es Rajoy, Macron no es Rivera, Hamon no es Sánchez, Mélenchon no es Iglesias. Ni siquiera Le Pen es… Por eso cualquier crítica al atavío de un candidato francés que lean a continuación deben interpretarla como una minucia en comparación con lo que hoy sufrimos por estos lares. SEGUIR LEYENDO