Aunque la firma francesa tratara ayer de recordar la historia que la descomunal maleta instalada en la Plaza Roja le unía a Rusia, que un símbolo burgués, capitalista y del lujo europeo ocupara un lugar emblemático en Moscú no les fue fácil de justificar. Una réplica del baúl de Louis Vuitton del príncipe Wladimir Orloff con sus iniciales bordadas, de 9 metros de altura y 30 de largo, se instaló esta semana cerca del Kremlin y del mausoleo de Lenin para acoger una exposición sobre los viajes y equipajes de distintas celebridades. La recaudación iba a ser donada a la fundación caritativa que ayuda a niños discapacitados de la modelo rusa Natalia Vodianova (novia del Bernard Arnault, presidente de LVMH), pero las críticas de los más tradicionalistas han hecho que el gobierno, que había autorizado la instalación, se eche para atrás.
Muy comentada también fue otra estrategia publicitaria de la marca en 2007 cuando Louis Vutton escogió al padre de la Perestroika, Mikáil Gorbachov, para uno de sus anuncios. Gorbachov aparecía con un bolso de la firma francesa y con el muro de Berlín como telón de fondo.