Jordi Pujol, ¿desnudo?

Hay veces que una alucina con el morro y la poca vergüenza que acompaña a la clase política de este país. Sin embargo, incluso para tomarle el pelo a los ciudadanos hay que tener gracia y Jordi Pujol, pese a la edad y las circunstancias, todavía la conserva. Ataviado con sus habituales tonalidades en azul claro, reforzando la sensación de hombre humilde, abatido, débil, anciano y cercano (el gris marengo o el negro son totalmente desaconsejables para este tipo de comparecencias porque aportan dureza y distancia), al principio casi convence a parte de la oposición de que él era la víctima y no el verdugo.  Por eso, cuando el líder de la CUP, David Fernàndez, acusó a Pujol de ladrón «de cuello blanco», la camisa azul del ex president relució e incluso sonrió en tono de satisfacción. Ahora bien, aunque con el pin de la Generalitat en la solapa de su americana el ex president pretendiera frenar las críticas del Parlament -una especie de «¿no saben con quién están hablando?»-, una vez empezó a agitar los brazos sobresalieron los gemelos de oro: el mismo accesorio que hace unos meses retrataron a Rodrigo Rato. Y pese a toda a esta armadura indumentaria, Pujol exigió que se le reconociera que se había desnudado ante la opinión pública.

 

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560 344 Patrycia Centeno