La real heredera

El pasado sábado se celebró el conocido Baile de la Rosa en Mónaco. Inspirado en esta ocasión en  Marruecos, Carlota Casiraghi volvió a demostrar que gracias a sus genes nunca pasará desapercibida. Lejos de los escándalos que rodean y han rodeado a su madre y a su tía, Carlota ha heredado la belleza, la clase pero también la discreción de su abuela, Grace Kelly.

La que es guapa es guapa. No hacen falta milagros. Eso es lo que le sucede a Carlota Casiraghi, hija de Carolina de Mónaco y nieta de Grace Kelly. Es uno de los miembros reales más reales. Lejos de la tormenta mediática que la rodea, Carlota Casiraghi es natural y sencilla en un mundo inalcanzable. Lógicamente, su naturalidad y sencillez no riñen con marcas de lujo que luce y sabe vestir y combinar con total acierto, creando un halo de sofisticación, personalidad y arte prácticamente inimitable. Inimitable, digo, porque sus facciones, su pelo, sus ojos, su piel… son los protagonistas de sus looks y eso sí que es irrepetible.

Comprometida con el medio ambiente, defiende el uso de prendas ecológicas y, basada en esta filosofía, ha fundado la revista de moda Ever Manifesto. Siempre con estilismos de lo más casual (a veces, hasta el extremo) para el día a día, cuando debe vestir para algún evento especial no desentona. Así, para el último baile de la rosa escogió un vestido largo con adornos en el cuello a juego con sus altos zapatos de tacón. Observando la parte trasera de su vestido, quizá un enganchón a última hora deslució su vestido pero ningún fotógrafo podía retirar su objetivo de la cara de la joven que hipnotiza. Aunque algunos la acusan de sosa (es la más seria de la familia Grimaldi –¡menos mal!-), Carlota enamora cuando entra con su larga melena a cualquier fiesta exclusiva y al cabo de cinco minutos, se recoge el pelo en un moño con una goma o pinza y se queda tan ancha y insultantemente bella.

Si buscan a la princesa del siglo XXI, la hemos encontrado. Se llama Carlota Casiraghi, puede darle mil vueltas en cuestión de estilo a cualquiera y, lo más importante, no se dedica a ser de la realeza; trabaja para ser real.

150 150 Patrycia Centeno