Nada de cariño en el posado de Ferraz

He querido esperar a ver el vídeo (os lo dejo más abajo) para confirmar lo que decían las imágenes sueltas… Este es un breve análisis sobre el tenso posado de anoche de Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López.

Entrada Sánchez entra primero, sonriente y con paso decidido (cuanto más largas son las zancadas, mayor autoestima) con la seguridad que dan las urnas (y el creerse el hombre más guapo del mundo, cosa que le hace perder todo poder de seducción). Detrás, López y Díaz le siguen con la cabeza gacha (ni se lo esperaban ni acaban de tolerar la victoria de Sánchez) y evitarán mirarle a los ojos en el breve posado (seguimos sin reconocerte). La presidenta andaluza, además, lleva los hombros y brazos caídos expresando sin querer su absoluto derrotismo. Díaz aparece, no con semblante serio (preocupación serena), más bien desganao (ofendida y humillada): está claro que la han obligado a bajar a saludar.

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«Un beso o un abrazo» Dada la frialdad del posado (no interactúan entre ellos, sólo miran al frente), los periodistas les animan a escenificar «la unión del socialismo» que cada uno ha prometido que se daría ganara quien ganara. Ante la insistencia de los cámaras (¡grandes!), Sánchez le da la mano a Patxi López (prueba con el vasco porque con Díaz no lo tiene claro) y después, sin soltar al primero, le ofrece la otra a la andaluza. Es un saludo cruzado que ya se había dado en las anteriores primarias del PSOE, cuando Pedro Sánchez (identicamente vestido: jeans azules oscuros y camisa blanca) también venció a Eduardo Madina y Pérez Tapias.

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No nos entendemos El saludo cruzado suele ser siempre fruto de la confusión o los nervios: no conoces el protocolo y te lías con las manos. Si lo que se desea proyectar es unión, hubieran entrelazado las manos o Díaz y López hubieran posado su mano sobre la de Sánchez (somos un equipo). Si además de unión hubieran querido lanzar proyectar un mensaje de victoria socialista, además de entrelazar sus manos hubieran levantado los brazos en V. El saludo cruzado sólo confirma que la guerra  (lío, falta de entendimiento) en la transición continuará.

Cariño… Susana Díaz observa durante unos microsegundos la mano que le ofrece Sánchez (duda, desconfía) y aunque le corresponde porque están las cámaras, antes le pega una palmada sobre la mano (castigo, reprimenda). Al analizar el gesto en conjunto se entiende que no es de cariño (ánimo) ni siquiera de condescendencia, sólo demuestra la frustración, rabia contenida y mal perder de la Sultana: «te odio, ojalá pudiera darte el tortazo que te mereces en la cara».  Tras aguantar la respiración y sellar sus labios (quiero morirme), es Díaz la que deshace el posado: «Venga». Pero Pedro Sánchez le devuelve una palmadita en la espalda: «ahora mando yo, cariño».

 

150 150 Patrycia Centeno