No es un secreto. Me fascina esta mujer. Y no sólo porque sea gallega (lo siento, tira la terriña), ni porque sea muy riquiña (esa sonrisa de dulzura permanente en la mirada). También porque me sirve a la perfección como referente cuando intento explicar qué es el Poderío del liderazgo femenino (serenidad, ternura y elegancia). Pero debo confesar que desde que me enteré que había aceptado ser la portada de Yo Dona temí que esa adoración se deteriorara. Me pasó hasta con Alexandria Ocasio Cortez cuando empezó a posar con ropa escogida por/para publicaciones. La ropa es tu estilo, tu personalidad. Igual que sería impensable que el periodista respondiera las preguntas por ti; no accedas a que la estilista de una publicación te vista (disfrace) para la ocasión. Una política no es una primera dama, ni siquiera una modelo o una actriz: su imagen no debe eclipsar sus ideas, sólo acompañarla y reforzarla. Y porque como explico siempre; es complicado que la producción de un reportaje fotográfico para un medio de comunicación tenga las mismas necesidades que la representante pública. De hecho, la publicación quiere un resultado inmediato (repercusión, clics, polémica, look llamativo, rompedor…) y la responsable debería desear que su imagen siempre fuera en concordancia con aquello que defiende (coherencia ideoestética). Y en este sentido, los objetivos de una política son a largo plazo (que esa entrevista, ni esas fotos, le pasen factura nunca). No es una crítica a las publicaciones, ellos hacen su trabajo y el equipo de comunicación de la política debe asegurarse de hacer su trabajo también. Pero son trabajos distintos, también cuando se trata de «vestirla».
Me podréis decir: «Pero, Patry: Sanna Marin se deja vestir por las revistas y la defiendes». Sí, es cierto. Pero la primera ministra finlandesa pone como condición a la publicación que cualquier prenda que le propongan debe ser ecoética y, preferentemente, de moda autóctona. De hecho, en el cuerpo de la entrevista que acompaña a este tipo de posados para las revistas de moda y femeninas nunca pierde ocasión de defender la moda sostenible y a los diseñadores independientes (no confundir con los emergentes,). Es decir, es ella quién controla qué dice con su imagen (aunque la pueda variar/sofisticar algo para la ocasión).
Os he pegado todo este rollo introductorio porque voy a pasar a analizar la entrevista y fotografías de Yolanda Díaz y ya os puedo avanzar que, cuando he ido al quiosco y he confirmado que sólo había un cambio de ropa, me he quedado ciertamente aliviada: ¡puedo seguir adorando a Díaz!
- Chica mala: cuero negro. En el segundo punto hablaremos de la marca (Uterqüe), pero primero detengámonos en el modelo elegido. Sustituimos la piel de la persona por el tejido. Por ejemplo, apreciamos en una persona que vista un jersey de cashemira cierta calidez (será suave). El cuero (actualmente es la única piel animal que toleramos socialmente) aporta dureza, rigidez (por el tejido) y cierto fetichismo sexual (idealizaciones eróticas). El vestido le sienta fabulosamente pero la verdad es que me ha sorprendido la elección porque ella normalmente prefiere evocar una imagen más dulce con piezas y tejidos de caída y líneas delicadas. Ir de dura no es su papel y eso creo que es parte de su encanto. Necesitamos ejemplos de mujeres que entiendan el poder de otra manera, más sensible y delicada (que no es contrario a la firmeza). Para ir de duros ya han estado muchos siglos ellos.
- ¿Patriota? Uterqüe y… ¿Guess?. Es algo que siempre me chirría en ella. Defiende la moda gallega e incorpora a esta categoría a Inditex, sin más miramientos. Es decir, prioriza el patriotismo gallego a sus convicciones de izquierda ecosocialistas. Pero vale, lo acepto (aunque insisto en que es lo único de ella que me echa para atrás). Pero los zapatos de la marca Guess… Eso no se sostiene de ninguna manera. «¿Algún capricho?¿Un LV como Carmen Calvo?» , le preguntan las periodistas. «No», responde. Y explica que casi siempre viste cosas baratas y de marca gallega. Para luego confesar que en un acto se puso un vestido de Zara de 30€. Eso, para mí, es un capricho. Una ministra de trabajo de izquierdas no tiene que llevar un Louis Vuitton colgado del brazo (ostentación y, por marquista, mal gusto ) pero presumir de comprar fast fashion (no respetar el medio ambiente, la creación intelectual de los diseñadores ni los derechos del trabajador) es un lujo del que no debería presumir. No entiendo por qué cuesta tanto de entender una obviedad así…
- Un cambio de look. Aunque no se especifica, si en los créditos sale la marca del vestido y del zapato es porque se los han colocado las estilistas. Hubiera preferido que vistiera con su ropa y su estilo; pero la salva que sólo haya aceptado un cambio de estilismo (lo dicho, no son modelos que deban publicitar firmas de ropa).
- Por lo demás, lo que declara en la entrevista, me encanta porque concuerda con los valores que sobresalen en cualquier referente del liderazgo femenino.
SERENIDAD Siempre sonríe. La mayoría de las veces es una sonrisa de amabilidad (capacidad para gestionar las emociones negativas y positivas) pero a veces aparece la de «menudo capullo…» (como cuando responde a Teodoro García Egea). «Cuando se pierden las formas, pierde el contenido».
TERNURA (cuidado, empatía, firmeza). «Mi madre murió en siete días, lo importante es cuidar a las personas». Prioritaria es la vida, no la economía. Trabajar para vivir; no vivir para trabajar. Es de cajón, pero en el mundo heteropatriarcal parece una utopía. «Entre mujeres nos cuidamos», explica al recordar como le acicaló el pelo a Monica García. Pues sí, las caricias y los cuidados pocas veces aparecen entre hombres. Es algo que debería cambiar. Que ellos se parezcan más a nosotras y no tanto nosotros a ellos.
ELEGANCIA (dar ejemplo) Aunque es consciente de que en la izquierda española aún existen reticencias sobre la persona que se interesa por la estética (tema que abordé en Espejo de Marx, ¿la izquierda no puede vestir bien?); no hace como algunas de sus colegas queriéndose hacer pasar por alguien demasiado inteligente para ocuparse de aspectos tan superfluos como pudiera ser un trozo de tela (algo que siguen declarando incluso cuando conceden una entrevista para una publicación de moda). Ella no reniega. Le gusta la moda y da ejemplo. De hecho, entiende que ocupe un cargo público y debe vestirse de la mejor manera posible (sin perder su estilo) para representar a su gente y su país.
En fin. Muy feliz de seguir pudiendo usar la etiqueta #loveDíaz. ¡Y qué dure!
PD Las fotos son de Yo Dona y podéis leer la entrevista completa en la página de la publicación o pinchando aquí