“L’imbècil del meu jefe m’ha demanat que deixi d’assistir a les rodes de premsa amb xancletes, què en penses?”, me preguntó ayer al mediodía un amigo y conocido periodista. Tras dedicarle una mirada inquisitiva, juzgar si aquel tío era consciente de a quién le estaba pidiendo opinión y replantearme seriamente levantarme de la mesa y no volver a dirigirle la palabra en la vida; inspiré profundo y traté de hacer pedagogía indumentaria: 1. Ese calzado jamás debió salir de la playa y la piscina -allí, por lo menos, cumple con su función original: facilitan que el agua (antes, en un ambiente campesino, barro) resbale- porque es perjudicial para la columna vertebral (sería más sano andar descalzo); 2. recoge toda la mierda del suelo urbano (echa un vistazo al color con el que acaba las plantas de tus pies al final de la jornada); y 3. obliga a caminar como si uno fuera chafando huevos (postura poco favorecedora para un bípedo). SEGUIR LEYENDO