Expectación por el encuentro entre Rajoy y Mas. La foto se ha tomado durante una comida en el Castillo de Peralada con motivo de la visita del primer ministro francés a Santa Llogaïa d’Àlguema, l’Alt Empordà. En esta ocasión, más que la ropa en sí, me han llamado la atención los gestos del español, el catalán y el galo (bueno, francés de adopción). Rajoy, una vez más, se ha visto superado por el president de la Generalitat. Veamos por qué..
1. Torcidos No voy a hablar mucho sobre el estilismo escogido para la ocasión porque es el que acostumbran a llevar, sin más. Sólo anotar que mientras las corbatas de Rajoy y Mas eran de rayas (visualmente y para no recargar aún más el mensaje político, es preferible que sean lisas), la de Valls resaltaba por la calidad de la seda y el tono amable salmón. Eso sí, tanto el español como el francés la llevaban torcida (uno más que otro). Medio punto para el catalán.
2. Saludo. La prensa madrileña ya se ha afanado en resaltar que el president de la Generalitat no ha recibido al presidente del estado en el Castillo de Peralada como manda el protocolo. Bien, el protocolo manda recibir al invitado. Pero en esta (rara) ocasión, el «anfitrión» era Rajoy. Por lo tanto, Mas no ha cometido ninguna falta (cierto es que por cordialidad-hipocresía- institucional hubiera podido acceder a ello pero tampoco había necesidad de fingir aún más). Otro punto para Mas.
3. Sonrisas. Apreciable el buen humor de Mas mientras charlaba con Valls. Lo hacían en catalán (aunque lo podrían haber hecho también en francés porque ellos, a diferencia de Rajoy, son políglotas). Ambos se mostraban relajados y sonrientes. La verdad es que esa afinidad no se ha percibido en ningún momento, no solo entre Rajoy y Mas, entre Rajoy y el primer ministro francés. El president de la Generalitat ha interactuado con Valls como si de su homólogo se tratara y de cara a la prensa internacional eso suma otro punto para él.
4. Nerviosismo. Al llegar a la mesa, Rajoy indica (insisto, porque es el anfitrión) dónde debe sentarse cada comensal. Mas, a su derecha. De pie, los tres aguardan un segundo a que los fotógrafos tomen las instantáneas y Rajoy se frota las manos (impaciencia). Una vez sentados, Valls (enterado de la frialdad de sus compañeros de mesa) decide dejar espacio y tiempo a Rajoy y Mas para que interactúen mínimamente: así que mira hacia a otro lado para que los tortolitos se reconcilien. Rajoy sigue muy nervioso y no para de mirar hacia a un lado y hacia el otro pero esquivando cualquier mirada (sobretodo la de Mas). Mas se quita las gafas (por un momento, deja a un lado su particular visión), las coloca sobre la mesa (toma el control de la situación ante el delirante comportamiento de su interlocutor) y toca levemente el antebrazo de Rajoy para captar su atención (como se hace con los niños). El presidente español aún se pone más nervioso (sigue mirando a todos lados sin ver a nada ni nadie) y el president lo capta. Mas recoloca sus gafas en la mesa (vuelve a tomar posición) e intenta conseguir solo con su mirada que el líder del PP lo mire. Sin embargo, normal por otra parte, los gestos faciales del president también evidencian su incomodidad. Hay un momento, mientras intercambian algunas palabras, que Mas se tapa la boca y se rasca los labios. Podría ser que el catalán quisiera evitar que los medios supieran de qué hablaban (descarto esta opción porque no creo que la conversación fuera tan trascendental), pero en este caso lo interpreto como que Mas no estaba siendo sincero, solo hablaba de cosas banales para que la comida no se les atragantara a ninguno de los dos. Otro punto Mas.