Venga, que hoy parece que el PSOE y el PP se hayan puesto de acuerdo para hacernos pasar un buen rato, y ciertamente, por lo menos yo, se lo agradezco. Y es que como ya es costumbre, el gobierno siempre consigue sacarnos unas sonrisas (o carcajadas) con sus estilismos cada vez que acuden a una boda. Esta vez ha sido en el enlace de la hija del ministro de economía, Luis de Guindos.
El orgulloso papá, de chaqué, para casar a su princesa.
A Rajoy, lo mismo le da ir a una boda que a una reunión con Merkel. ¿Viri Fernández sabrá que a la mujer de Franco la apodaron la collares? Tras la ceremonia jugaron a saltar a la comba con ellos. El largo del collar debe ser proporcional a la altura de uno. En definitiva, no entiendo el estilismo ni los accesorios.
Claro que el modelo de la vicepresidenta sí que no lo entiendo. Bueno, su armario entero. Y como repito siempre, se trata también de un problema de proporción (bueno, y de sensibilidad estética). El plumero va a traer cola…
Yo a este hombre no lo invito ni a una Coca-Cola, cuanto menos a una boda. Es como invitar a la muerte a una boda. Le falta un maletín para ir recaudando durante el convite…
las rodillas de la vice se parecen a las de mi abuela