La primera dama peruana, como todas, ha generado un gran revuelo en su país. De hecho, ese es su principal cometido: eclipsar con su imagen. Pero a diferencia del resto de casos, la polémica no se refiere tanto al cambio de estilo experimentado por Nadine Heredia desde que su marido ocupara el poder (de un look informal durante la campaña electoral pasó a intentar disfrazarse de Jackie Kennedy sin demasiado tino). El afán protagonista de la esposa de Ollanta Humala en cada toma de decisión del gobierno desespera a algunos y advierte a otros de que, si todo va bien, en 2016 tendrán una presidenta. Banda sonora para este post Ella Baila Sola – Mujer Florero
Pero la estrategia escogida por Heredia se antoja algo temeraria. Figura anacrónica donde las haya, el rol de primera dama se desvanece. Creado por los estadounidenses para poder competir con el protocolo de las monarquías europeas, en el siglo XXI parece que las mujeres no están por la labor de ser el complemento de nadie. Las cualidades que le exigimos a un mandatario, seguridad y seriedad, son muy varoniles. Es decir, la seguridad, socialmente, la aporta un cuerpo fuerte y masculino. La seriedad, la madurez, tampoco obedece a la fémina (obligadas a ser jóvenes eternamente). Por el contrario, la tercera facultad requerida para conseguir una buena imagen gubernamental, la cercanía, sí que es femenina. Mientras el dirigente se preocupaba por transmitir firmeza, su mujer (esposa, hija, madre, hermana, amante…) le aportaba la proximidad necesaria. Serían, por lo tanto, ellas (Mª Antonieta o Grace Kelly) las encargadas de seducir al pueblo (vestimentas y labores sociales y benéficas). Pero como decía, hoy, muchas mujeres tienen cosas más importantes que hacer (incluso, como Merkel, ser las que manden por fin). Los primeros caballeros (las parejas de las primeras ministras) no se dejan ver y cada vez más hembras deciden no sacrificar su vida por la carrera de sus marido. La lista, por suerte, cada vez es más larga (desde Miriam González -casada con Nick Clegg- a Sonsoles Espinosa -con José Luis Rodríguez Zapatero-, pasando por Cécile Srkozy -ex de Nicolas Sarkozy-). Si bien, en la mayoría de casos, es la derecha, más conservadora en todos los aspectos, la que intenta mantener el papel de primera dama (en España, los populares criticaron duramente a Espinosa por no apoyar suficientemente a su marido).
Pero no nos equivoquemos. Michelle Obama y Carla Bruni saben muy bien cuando aparecer en escena para no resultar cansinas y no robarle el protagonismo a sus compañeros. Esto último es sumamente importante porque si cayeran en el error de acompañar en todo momento a sus maridos, en momentos de crisis (cuando la imagen del presidente ya no esté en alza), ellas serán capaces de hacernos recobrar la confianza en sus hombres. Basta analizar la campaña electoral estadounidense y francesa para cerciorarnos de esto último.
Otra forma de aprovecharse de este cargo en extinción es la de labrarse una popularidad para en unos años saltar a la primera línea política. Eva Perón, Cristina Kirchner, Hillary Clinton, Ana Botella y, ahora, Nadine Heredia. Si bien, incluso en esta última división, podemos diferenciar entre las que deciden esperar pacientemente a que su esposo ponga fin a su carrera (Clinton o Botella) y las que no pueden contenerse para entrar en acción. La primera dama peruana ha optado por esta última vía. Un camino peligroso (si a su marido le va mal, ella no tendrá manera de rescatarlo y rescatarse) pero mucho más entretenido y vengativo (por todos esos años en los que fuimos condenadas solo a ser mujeres florero). Inteligentemente, claro, las féminas se sirven de las cadenas del pasado para alcanzar su fin. La lectura es clara: Nadine Heredia 2016.
(Más información en el capítulo titulado Oposiciones a Primera Dama de Política y Moda, la imagen del poder)
Estupenda la lección sobre Primeras Damas!!!