Quién sabe qué lindeza pudo verbalizar Pablo Casado mientras acompañaba su gracia con un gesto bravucón de machito ibérico (movimientos enérgicos con las manos a la altura del pecho, gesto muy parecido al del resto de primates alfa cuando golpean su pecho y se expanden corporalmente, como tomando un espacio y conquistando más territorio del que le pertoca para darse una importancia y protagonismo que nadie que estuviera seguro de sus capacidades de liderazgo, diplomacia o seducción precisaría) y se le escapaba el ademán de chuloplaya (labio levantado por uno de los extremos mientras sonríe en plan «como me gusto»), para agraviar a Angela Merkel en el primer minuto de su reunión… SEGUIR LEYENDO