Durante el Mundial de Sudáfrica, Merkel comprobó como su popularidad subía en las encuestas cada vez que acudía a animar a la selección de su país. Por ello, el pasado fin de semana asistió al Alemania-Turquía (3-0) y no dudó en bajar a felicitar a los jugadores al vestuario. Y allí, tal y como le pasó a la Reina con Puyol, los hombres salen de la ducha con poco más que una pequeña toalla. Así que, cuando estrechó la mano de un Mesut Özil a pecho descubierto -según Merkel, “ejemplo de integración para los inmigrantes musulmanes”-, 2’9 millones de turcos que viven en Alemania se sintieron ofendidos. Ahora, Merkel ha tenido que pedir disculpas.
