En el País Vasco podría establecerse la excepción a la regla de que los políticos españoles visten mal (vaya, acabo de regalarles otro motivo para demandar la independencia). Hay que reconocerlo, tienen una sensibilidad especial para vestirse. Al último al que le he echado el ojo es a Martín Garitano, el dirigente más representativo de la izquierda abertzale. Ayer, a la conmemoración del 75 aniversario del bombardeo de Guernica, el diputado general de Guipúzcoa se distinguió de Patxi López -el lehendakari sigue empeñado en vestir de traje y corbata sin saber muy bien cómo y transmitiendo dejadez – con un jersey de cuello alto negro y una americana gris. Fácil estilismo para un hombre de izquierdas pero nada común en la rancia y aburrida escena política nacional. Sobretodo cunado se combina con un pendiente en la oreja -le queda bien- y la mosca debajo de la boca -me refiero a los cuatro pelos que esculpe con mimo cada mañana y que demuestra que le gusta cuidarse. Tampoco faltan en su vestuario camisetas -casi siempre negras y lisas, aunque a veces se le escape la típica camiseta pancarta-, jeans y foulards (de distintos colores). Aunque particularmente su aspecto me da un poco de miedo (obviamente, también es lo que pretende), sobre coherencia estilística podría dar lecciones a más de uno.