Hugo Chávez no apareció ayer por Caracas para ser investido físicamente presidente (y me da a mí que pensar que «ni está ni se le espera»). Pero como la justicia le ha dado carta blanca para asumir el cargo cuando Dios disponga, allí estaban los suyos «rojos-rojitos» para homenajearlo. En cabeza, su vicepresidente que ataviado con una chaqueta chandalera en color escarlata evidenciaba aún más la herencia recibida.