Nunca soporté a los niñas que trazaban planes crueles para satisfacer los oídos de niñas más malvadas que ellas. La imagen de Luis de Guindos ayer comiéndole la oreja al comisario de economía europeo me trasladó a mi más «tierna» infancia (aunque por desgracia, en la vida adulta, siguen abundando los pelotas). Al comprobar el ministro popular que sus macabras intenciones no satisfacían a su interlocutor, De guindos optó por recrearse: la reforma laboral va a ser «excesivamente, excesivamente, excesivamente agresiva». Como ya os comenté, De Guindos no me convenció por su imagen (esas greñas y cejas… ARGHHH), pero ahora tampoco por sus políticas. Y he aquí cuando vuelvo a corroborar que las primeras impresiones casi siempre son las válidas. Desde que se responsabilizó de la cartera de economía, ha lucido diferentes Rolex, un Jaeger LeCouture y un Bulgari. El precio de esos relojes supera con mucho (o como insistiría él, «excesivamente, excesivamente, excesivamente») el sueldo medio de un español y aunque su ideología se lo «permita», el respeto por las personas, no. Aunque que le voy a contar yo de educación a un «banquero»… Otra vez, banda sonora para este post: Celtas Cortos – Tranquilo Majete