Hace años que tengo una obsesión especial con los coleteros que utiliza Hillary Clinton para recoger su pelo. La verdad es que ella misma reconoce que da igual la política que practique porque al final el protagonismo siempre se lo lleva su cabello. De las modositas diademas que utilizaba con su media melena en su etapa de first lady, pasó a un corte de pelo masculino para optar a proclamarse candidata de los demócratas. Ya en su puesto de secretaria de estado de EEUU, prefirió dejar crecer algo su cabellera para «poder tener más opciones». Pero desafortunadamente, la comodidad a la que se refería Clinton ha caído en el uso de antiestéticos coleteros, tan populares en los ochenta pero desterrados de la faz de la tierra cuando el accesorio desató una terrible crisis entre Carrie Bradshaw y su novio de turno. Sensibilizados por el horror que provoca ver a la secretaria de estado norteamericana con ese adorno en su pelo, sus asesores han revelado a la revista Elle que están intentando convencerla para que que se desquite de tan dañino vicio.
¿Pero todavía sigue con ellos? A ver si entre todos conseguimos que los suprima. Es que debería estar prohibida su venta al público. Si quieres un coletero, te lo haces en casa… ¡ja, ja!