Los máximos representantes de España, el rey y Rajoy, no pasaron por allí. En su lugar, el príncipe y Soraya Saénz de Santamaría aguantaron el tipo como bien pudieron. Si la vicepresidenta prefirió poner cara de concentración cuando sonó el himno (y los pitidos), al hijo del monarca, educado también para esto, no se le percibió incomodidad ninguna. Pese a la plataforma y el taconazo, a Sáenz de Santamaría le faltaban ayer muchos más palmos que a Letizia para estar a la altura de su vecino de asiento. Quizá por eso, incluir en su atuendo una camiseta de lentejuelas amarillas (emulando al dios Sol), aunque raro para acudir a un partido de fútbol, consiguió levantarle el ánimo.
PD. Toda esta gente que pita el himno de España y al príncipe, me parecen unos hipócritas. Si uno no cree en España ni en la monarquía (totalmente aceptable e incluso, comprensible) que no participe en un campeonato que se llama la Copa del Rey y todos tan felices.
¡Uf Patricia! Si tuvieramos que dejar de participar en todas las cosas en las que no creemos (parcialmente) tendríamos que quedarnos en casa desnudos esperando a que el mundo se arreglara! Aunque a los aficionados no les guste la monarquía o España, lo que seguro que sí les gusta es el buen fútbol.
De todos modos, coincido en que la vestimenta del príncipe fue acertadísima. Y a Soraya no le hubieran venido nada mal unos tacones un poco más altos. ¿Comentarás también el estilismo de Artur Mas y de Patxi López?
Un saludo!