Si esta imagen no te recuerda sutilmente (evidentemente, los culos no son los mismos) a una estampa de Bruni y Ortiz, es que desapareciste del mundo durante la visita de la primera dama francesa a España (abril de 2009). En esta ocasión, las mujeres de los presidentes turco y alemán y sus traseros son la diana de los fotógrafos. ¿Pero este tipo de retratos políticos están justificados? ¿Son las primeras damas la retaguardia de la política?
Durante una agradable comida de trabajo en el restaurante Fishop de Barcelona, me sorprendió que mis interlocutores recuperaran el debate sobre la imagen de los culos de la princesa Letizia y Carla Bruni cuando ésta se encontraba, junto a su marido, en visita oficial a España en abril de 2009. Dado que el público presente se manifestaba contrario a ese tipo de instantáneas, intervine: “No creo que tenga tanto de ofensivo y sí de picardía. Son culos. Creo que ellas, ese día (bien recalcado), se prestaron a ese juego. ¿Cuál de las dos iba más ajustada? Picaron el anzuelo de los medios de comunicación: el duelo estilístico estaba programado y era tan inverosímil que la mejor fotografía para retratarlo eran sus culos.”
Ahora bien, cuando hoy observo la imagen de Christian Wulff y Abdulá Gül junto a sus esposas, mi juicio ha sido muy distinto. Las dos mujeres suben las escaleras sin más –no hay glamour, ni coqueteo, ni nada de nada. ¿A qué viene esa fotografía entonces? En todo caso, tenían que haber aparecido los culos del presidente alemán y turco (los verdaderos protagonistas). A no ser (aunque esta hipótesis se me antoje poco probable), que el fotógrafo haya querido denunciar el efecto “florero” que algunas primeras damas están sometidas.
Un tupido velo
Mientras la esposa del presidente alemán, Bettina Wulff, apuesta por un vestido oscuro y calzado cómodo, la primera dama turca, Hayrümnisa, luce una americana azul y una falda larga blanca que combina con su bolso y zapatos (ahora sí, con un alto de tacón tan considerable que recuerdan a los que utilizaba Letizia). Además, la mujer de Gül, luce, como acostumbra hacer, un velo. Este pañuelo le originó problemas cuando en 2007, la oposición acusó al presidente turco de no defender la laicidad en su país. Fue tanta la presión derivada del caso que se llegó a rumorear que un diseñador, Atil Kutoglu, preparaba un nuevo look para la primera dama turca con en el que modernizar (léase, occidentalizar al estilo Hollywood de los 50) también el uso del velo. Pero de momento, no se conocen resultados públicos al respecto.