Si la figura de la primera dama se ideó en EEUU para competir con las soberanas europeas, Michelle Obama no es solo la actual monarca. Esta noche ha demostrado con creces que es la mejor reina que ha tenido hasta el día de hoy EEUU. Apabullántemente cómoda y relajada se ha mostrado la esposa del presidente Obama durante su discurso en la convención demócrata ante una masa enfervorecida con ella que no ha parado de jalear su nombre, confesarle su amor y (a sabiendas que sería el vestido el que finalmente decidiría el duelo con su adversaria Ann Romney) alagar la elección de su atuendo. Un modelo nada pretencioso (a diferencia del precioso Óscar de la Renta rojo intenso (1900$) que lució la esposa del candidato republicano la semana pasada) en gris y rosa, hecho a medida por la diseñadora neoyorquina Tracy Reese (aún no tengo el precio exacto, pero sus diseños suelen rondar los 400$). Pero además de la sutileza con la que quiso evidenciar las diferencias entre una first lady republicana y una demócrata, Michelle Obama dejó claro que su estilo es inimitable. Atreverse a desnudar sus hombros tonificados y fuertes y apostar por creadores poco convencionales (María Pinto, Peter Soronen, Feith Tracy, Narciso Rodríguez, Takoon…) son solo dos de las aportaciones estéticas que la han convertido en la más innovadora de las primeras damas de la historia. Eso y, también, por supuesto, pisar con los pies en la tierra y recordar a qué partido defiende y en que siglo está: los zapatos los compró en su tienda online preferida, J. Crew (257,80 euros).
¡Menuda lección le ha dado! Me temo que Michelle, entre su buen gusto y su buen tipo, acierta siempre. No le hace falta demostrar sus poderes con ropa carísima.