«Quedan convocados, por primera vez, los Premios Príncipe de Asturias…. ¡Princesa de Asturias!», anunció el rey. Ante el equívoco de Felipe VI, inmediatamente pensé en la regañina que iba a recibir por parte de su querida Letizia. Y esta no se hizo esperar: Risa nerviosa (ahora te diría de todo pero como estamos en público tengo que sonreír), palabras al oído del monarca (no las escuché pero me las imagino toditas), negación con la cabeza («yo en casa no se lo he enseñado así»), ojos de «menuda paciencia tengo yo con este hombre», rechaza mirar a su marido a los ojos («no tengo nada que ver con este inútil que se equivoca»)… Y aunque a muchos les moleste tal comportamiento por parte de la reina, a mí se me antoja de lo mejorcito (más auténtico) de la monarquía: una plebeya dando lecciones a un soberano. ¡Magnífico!
Letizia, esta vez, cubrió sus esqueléticos brazos (menos mal). El vestido lápiz (¿a qué no adivináis de quién era?) no era gran cosa pero fue un detalle que tanto ella como él (la corbata) escogieran el azul como un guiño a los asturianos. Por cierto, aunque ayer no pudimos ver si el monarca se sentaba correctamente y solucionaba su problema con las piernas largas, lo que sí advertí es que no se desabrochó la americana en ningún momento. Entiendo que fue por comodidad; como tenía que levantarse repetidamente durante el acto corría el riesgo que al desabrochar la corbata quedara mal colocada.
Juro que para algunos políticos trabajaría gratis con tal de evitarme estampas como esta. El clutch me mata.
El ministro de exteriores y de educación apostaron también por corbata azul Asturias (poco favorecedora). La de Margallo parecía que daba las horas. Ana Pastor repitió vestido (se lo vimos en el día de Santiago), convence más cuando va de pantalón. Las damas que acompañan a los ministros se olvidaron el caballo en casa (en serio, hasta las presentadoras de tv aparecen con las piernas abiertas… ¿qué pasa? ¿no tuvieron una abuela que les dijera que eso «era feo, feo»?)
Es ver a esta pareja y olerme a naftalina. Y claro, el modelo de gafas de Josep Piqué no ayudan nada.