No salimos de una que entramos en otra. La crisis precipita la celebración de elecciones y otra vez, repetimos en Catalunya. Planteados los comicios como un simple plebiscito soberanista, la campaña se antoja, socialmente y económicamente, pueril. Repasemos la estética de los aspirantes a presidir la Generalitat.
Artur Mas Le aconsejé (mediáticamente) hace dos años que para suavizar esa imagen distante, tirante y fría se sirviera de unas gafas. No hacía falta que las llevara puestas permanentemente, pero sí que jugara con ellas… Incluso, que mordiera la patilla. El objetivo no era otro que intentar, a través de alguna imperfección por mínima que fuera, conectar con la plebe. No sé si me escuchó o fue simple necesidad (tantos euros que restar podrían haberle causado ceguera) pero desde que llegó al Palau de la Generalitat ya no se las ha quitado. Sin embargo, el líder convergente ya no es el que era. El tupé sigue sin moverse -aunque él siga negando que utilice laca- pero clarear, clarea. Las entradas obligarán pronto a tomar remedio. Las corbatas, a cuadros o rayadas, dan idea de la perplejidad de sus pensamientos y agotan solo mirarlas. Y aunque aún no ha aprendido a atarse el nudo, los días señalados lo aprieta con decisión. El peor de sus accesorios acostumbra a ser los modelos horteras y vulgares que viste su mujer. ¡¡¡¡Arghhhh!!!!
Pere Navarro Si creímos que tras Montilla no podría haber nadie más insulso, ¡sorpresa! El socialismo tiende a la desaparición y con líderes como el que han escogido los catalanes no es de extrañar. Vacío de contenido, no esperemos que el hombre no sorprenda con su atuendo. Eso sí, es lo que ven.
Alicia Sánchez Camacho La popular ha vuelto a desempolvar el blazer blanco de las pasadas elecciones (o uno muy similar). Quizás, incluso, se guarde en estos quince días de ceñirse en sus cortos vestidos hasta perder la respiración o la circulación. Durante la legislatura, las mujeres -excepto Anita la fantástica-, no creo que se hayan sentido representadas. El pelo, los retoques, el maquillaje, los escotes, las plataformas… ¡so much! De todos modos, ¡complejos a la mar!
Joan Herrera Aunque colegas de su partido me aseguran que es un «presumido», a juzgar por su desaliño, no podremos aplicar el adjetivo a su estética. Aunque él se excuse por su ideología, su indumentaria no responde ni al progre ni al ecologista.
Oriol Junqueras Curioso empeño el de los republicanos catalanes de la última década para que cada vez que los veamos, apartemos la vista. Si consideraron que la combinación marrón y negra no podía ser más sórdida, Junqueras y su trupe añadieron grises y granates a la trama. Solo con un jean azul oscuro (de su talla), una camisa de buena calidad y una chaqueta de punto, cambiaba la cosa. El pelo, aunque esté bien el largo, mucho mejor peinado hacia delante y no remarcando uno de los lados. La barba rala, ¿para qué? ¿Madurez? Si es por eso, mejor que se la afeite.
Albert Rivera Tenía planta, pero ha demostrado que nada de gusto. Dejarse arrastrar por el traje diplomático occidental y encima de pésima calidad (en Zara puedes aspirar a algo más, te lo aseguro. También podrías pasarte por Massimo Dutti si así encuentras una americana que no brille y una camisa que no transparente) lo ha convertido en uno más.
Alfons López Tena «Desde Sagunto a Bilbao…», perdón por versionar la cancioncita pero es para hacer patente que hasta en la imagen se le nota que es «político valenciano». Para transmitir un mensaje tan claro, cabría una imagen más relajada. Especial atención debe prestar a las tonalidades (preferiblemente claras y amables) y a su pelo, mejor que lo lleve siempre bien cortito para controlar el remolino del tupé. Las americanas no hacen falta que cumplan la función de faldas.
Patri, también podrías hacer el análisis de los candidatos de los partidos pequeños! A ver si en la política extraparlamentaria hay más coherencia ideoestética! Tienes a David Fernández (CUP), Josep Anglada (PxC arghhh), Juan Rovira (Partit Pirata), etc.