A veces la realidad supera la ficción. Susana Martínez, gobernadora de Nuevo México, se opone, como buena republicana, al matrimonio homosexual. Su política puede gustar o no, pero su peluquero, uno de los mejores estilistas de la ciudad, lo tiene claro: «Si no soy lo suficientemente bueno para casarme tampoco lo soy para arreglarle el pelo». Pese a la insistencia de los asesores de la gobernadora para que el peluquero le conceda un hueco en su salón, Martínez sigue sin peinar. En fin, ya puede ir buscando un hetero y republicano que le cuide el cabello.
El peluquero tiene razón. Martínez ya puede buscar…