En uno de los países con más casos de obesidad como es EEUU se les antoja que su presidente está demasiado flaco. Desde que llegara al poder, y a diferencia de lo que sucede con los funcionarios públicos en España a los que le crece la curva de la felicidad, Barack Obama ha perdido peso. La crisis y la campaña electoral han intensificado el adelgazamiento del mandatario y los medios americanos lo interpretan estos días como un signo de debilidad. Principalmente, las miradas se centran en la estrechez de hombros. Lo siento, yo sigo viéndolo estupendo.