El presidente mexicano no es capaz de deshacerse de ese aire de niño repelente ni siquiera cuando acude a visitar las zonas de su país más afectadas por las lluvias torrenciales del ciclón Manuel. Por eso, aunque Enrique Peña Nieto emulara al presidente Obama doblando cuidadosamente las mangas de su camisa con el objetivo de parecer más cercano, el resto de su atavío -peinado, calzado y pantalones- no casaba con el entorno devastado. Nadie espera que el presidente se llene de fango, pero escoger un estilismo tan evidente a la ausencia de manchas, hace poco creíble su implicación en la desgracia.
PD. Tal imagen de Peña Nieto me ha recordado a la del gallego Alberto Núñez Feijóo cuando se dejó fotografiar en un fuego armado con una manguera y unos mocasines.