Dicen que “hay gente con clase y clase de gente”. Quizá el refrán, una vez más, sea la respuesta más acertada para acallar la polémica suscitada a raíz del traje pantalón que la ministra de defensa, Carmen Chacón, utilizó para acudir a la celebración de la Pascua Militar.
“¡Por Dios!” Ésta y no otra fue la exclamación que en el mediodía del 6 de enero fue reclamada por decenas de hogares españoles. Y no es que la emoción y la sorpresa por los regalos recibidos por los Reyes Magos provocaran este derroche lingüístico sino que la indumentaria de la Ministra de Defensa en la celebración de la Pascua Militar impactó en la sociedad española. Ataviada con un smoking negro –uno de los looks más tendencieros de esta temporada- y una camisa blanca de cuello mao y con una franja negra en el medio de extremo a extremo que podía confundirse como una corbata, la ministra se saltaba el protocolo marcado por Casa Real: “vestido largo para las mujeres y chaqué para los hombres.”
Pero sinceramente, el sobresalto de los telespectadores no fue tanto por su ropa como por su maquillaje –la ministra utilizó una base de unos cinco tonos por encima del color de su piel y enfatizó sus ojos a base de eyeliner
y sombra rosa de manera considerada – y peinado –un recogido muy poco favorecedor para las facciones tan personales de la ministra. En definitiva, Chacón decidió acudir a un evento oficial tan delicado como éste –la primera vez que una mujer procedía a realizar un discurso en la celebración de la Pascua Militar- vestida como si asistiera a la fiesta de noche de Telva.
Así que, el problema, como en tantas ocasiones, no son los pantalones ni el supuesto machismo que caracteriza al protocolo de la indumentaria, sino el desacertado estilismo de la ministra. Pues seguramente la mayoría de mujeres, e incluso hombres, aplaudirían que un personaje público como es una política rompa con las exigentes y sexistas pautas del vestuario femenino (sólo es necesario ver lo ridícula que estaba Letizia vestida con el traje largo de princesa), pero claro, con estilo. Y es que hay gente con clase y luego, clase de gente.
Descifrar el mensaje
Que la ministra de defensa decidiera presentarse de esta guisa dice muy poco de ella. De este modo, si su decisión estilística ha estado meditada y recomendada por algún profesional, mejor que prescinda de sus servicios. Y es que aunque a muchos les pueda parecer que el vestuario es meramente una cuestión superficial sin importancia alguna, recordar que la imagen es lenguaje no verbal. Así, que la primera ministra de defensa aparezca vestida imitando un look de hombre se traduce como que Chacón se ve obligada a masculinizar su personalidad para poder dirigir el departamento. Y es que, sin duda, el progresismo y el modernismo hubiera sido que la primera ministra de defensa de la historia de España hubiera acudido “en faldas” a ordenar su ministerio. En fin, otra guerra perdida: las mujeres con faldas no cumplen las tres reglas de todo buen político: seguridad, seriedad y cercanía.
Así que el mensaje de Chacón, que algunas asociaciones feministas recibieron como un reflejo de la autoridad y fuerza de la personalidad de la ministra, se ha vuelto en su contra. Y es que, tal y como hemos explicado, si la fuerza la perdió en el momento en que se tuvo que poner unos pantalones para sentirse más segura, la autoridad la apartó cuando no acató el protocolo que La Casa Real demandaba en la invitación del acto. Sin duda, no es el mensaje acertado para un departamento como el suyo, el de los militares.
Insisto, esto no es machismo ni feminismo. A esto se le llama saber estar en público.
[…] fue muy criticada, el smoking de Purificación García ha sido uno de sus looks más acertados (quitando eso sí el exceso […]