Matteo Renzi necesita que Europa se fije en él y así lo escenifica a cada paso que da. Si la semana pasada recurrió a las nobles partes de David de Michelangelo para retratarse con Merkel, hoy ha preferido ser más sutil y regalarle a Tsipras una corbata de firma italiana (las cosas como son, de las mejorcitas). El primer ministro griego, ya metido en el noble oficio del cinsimo político, le ha contestado que se pondrá la corbata cuando acabe la crisis (que tal y como pinta la cosa significa «cuando las ranas bailen flamenco»). Estoy bastante hartita de los defensores de la corbata (casi tanto como de los detractores), así que aquí van algunos motivos por los que Tsipras y su gobierno no deben atarse la soga al cuello:
1. DESIDIA Porque lo harían porque sí, por seguir al rebaño. Y el caso es que como el 98% de la población mundial (creo que he sido bastante generosa, solo deberíamos excluir a Obama), no tendrán ni pajorera idea de cómo hacerse el nudo y con qué cuello de camisa combinarlo. El resultado será igual de patético que lo que ocurre con sus trajes y camisas: no saben ni quieren lucirlos y parece que vayan disfrazados (no creíbles).
2. OBSOLETA. Porque la corbata (se cree que la corbata procede de los pañuelos que los soldados de las tropas croatas lucían en sus cuellos en el s.XVII) está, junto al traje diplomático occidental, obsoleta. Soy consciente de que cada vez que digo que la corbata desaparecerá, muchos se ríen. Señores míos, desapareció el chaqué y el sombrero y también parecía impensable. Además, les recuerdo que el traje, la corbata, la camisa y los zapatos de cordones proceden de la Revolución Francesa y los Sans Culottes (la primera izquierda). Si Syriza se considera izquierda, y una izquierda nueva, deben proponer nuevos códigos indumentarios (igual que nuevas políticas). Jamás nadie, y mucho menos la derecha, debe imponerles una vestimenta (un modo de pensar y actuar). Que se apliquen el cuento también los de Podemos. «Cambia, todo cambia…», que diría Mercedes Sosa.
3. MUJICA. Si en la actualidad hay alguien de izquierdas que tenga alguna legitimidad, ese es José Mujica. El uruguayo siempre que le contestaban sobre el lazo respondía lo siguiente: «Yo me tomo la presidencia como un trabajo y para trabajar no necesito corbata. La corbata es un trapo miserable que se transformó en coquetería masculina, y andamos por ahí con esa servilleta bien incómoda, con el calor».
4. EMPATÍA. ¿A quién representa Syriza? ¿Al opresor o al oprimido? Pues si es al oprimido, ya les informo desde aquí que la mayoría de ellos no llevan corbata y si la llevan, no la soportan, les incomoda y tienen ganas de cortársela y quemarla en la hogera.
5. MOUSTAKI. Porque los dos griegos más elegantes que yo he conocido (y con los que tuve la enorme suerte de compartir cena en un pequeño restaurante de París) no llevaban corbata. Uno era Georges Moustaki y el otro, mi amigo Yiorgos Eleftheriades.
Ahora queda la pregunta: ¿un político de derechas debe lucir corbata? Ha quedado claro el por qué la gente de izquierdas (y autoritarista, maticemos) no debe llevar corbata. Pero ¿qué pasa con los autoritaristas de derechas? ¿Y los liberales de derechas? Y terminando la gráfica de Nolan: ¿qué debemos llevar los liberales de izquierdas? El dhoti hindú puede ser nuestra insignia 😀
Pero, sea de la ideología que sea, ahí tenemos a un socialista como Renzi que, por encima de cualquier ideología, es italiano. Y a mí no se me ocurriría pedirle a un italiano que no vista con corbata. Renzi es mi líder europeo favorito ¡con diferencia!