El presidente estadounidense cuenta con más fans en Europa que en su país. Prueba de ello ha sido el espectacular recibimiento de hoy en Berlín. Así que en su esperadísimo discurso en la simbólica Puerta de Brandeburgo, Barack Obama no ha defraudado y ha desplegado todos sus encantos (oratoria e imagen) para seducir a una audiencia sedienta de grandes figuras políticos. «Gracias por esta cálida acogida. Me siento tan bien que me sacaré la chaqueta. Podemos ser informales entre amigos», dijo sólo empezar. Fue en ese instante cuando las cámaras, gracias al juego de luces, captaron la transparencia de su impoluta camisa blanca bajo la que se distinguía una camiseta sin mangas de algodón. La camiseta imperio de toda la vida fue el remedio perfecto entre los hombres de antaño para evitar las antiestéticas manchas de sudor. Obama prosiguió con su discurso pero tuvo cura de doblar (jamás arremanga) cuidadosamente las mangas de la camisa como sólo él sabe hacer. Como sólo él sabe hacer.