En 2001 el gobierno de Aznar se emperró en unir la Pasarla Cibeles (Madrid) y Gaudí (Barcelona). Según el gobierno popular, «los expertos» señalaban que tener diversas plataformas en el mismo país debilitaba la (inexistente) proyección internacional de las mismas. Curioso que esos entendidos profesionales no les advirtieran que lo más contraproducente para la internacionalización de la creatividad era precisamente que esas pasarelas fueran públicas (algo que no ha ocurrido jamás en las tres principales fábricas de tendencias: París, Milán y Nueva York). SEGUIR LEYENDO