Saboreando aún los últimos minutos de mi día, quiero agradeceros a todos los que os habéis tomado la molestia de felicitarme en mi 31 aniversario. Muchas gracias. Me hace una ilusión tremenda ver que hay gente que me aprecia y se acuerda de mí, de verdad. Ha sido un día fantástico. Los que me conocéis personalmente sabéis que para mí el cumpleaños es la fecha más especial -sagrada- del calendario y cada año de recordatorio de vida, la que me dieron mi padre y mi madre, lo celebro por todo lo alto (léase, hago todo lo que me apetece). Y eso es a lo que me he dedicado todo la jornada (por cierto, me he tropezado con Mario Conde). En fin, muchas gracias a todos por estar ahí. Un abrazo enorme y espero que el día de mi cumple haya sido un día estupendo también para cada uno de vosotros.
Como el año pasado no pude catar pastel alguno (las malditas alergias impidieron que comiera nada rico durante un año e hicieron que acabara pesando 43 kg), para mis 31 le he pedido a mi madre que me hiciera mi postre preferido: pastel de galleta (bañado en coñac, relleno de crema y decorado con merengue). Normalmente, mi madre le ponía fresitas o lacasitos pero para sumar más caloría al body, solicité chuches. Mi madre, más consciente que yo, ha escogido 31 gominolas pero sin gluten ;). Gracias, mamá!!!!!
El año pasado pedí como deseo curarme de mis alergias y parece que se ha cumplido. Espero que el deseo de los 31 también se haga realidad! Os lo cuento, si Dios quiere, en los 32!
Últimamente los años pesan más porque todo mi entorno no para de recordarme la necesidad de juntarse, procrear y escuchar el tic-tac del reloj biológico. Pero de momento, Naya sigue siendo mi bebote y mi auténtico amor (ahora es cuando mi tío lee esto y empieza a despotricar…).
¡Felicidades! 🙂