En comparación con Ratzinger, Francisco (dice el Vaticano que sin el palito «I») tiene cara afable gracias a su rostro redondeado y el complemento de las gafas. También a diferencia de Ratzinger que le gustaba tanto el engalane indumentario eclesiático, el primer Papa argentino y jesuita prescindió para presentarse al mundo de la pechera bordada en oro y prefirió una cruz de plata, la sencillez de la sotana blanca. Tampoco quiso calzarse los mocasines rojos, y caminó con sus cómodos zapatos de cordones indicados para hombres que superan los 70. Aseguran que es un hombre austero que nunca siente el deseo de estrenar e insiste siempre en arreglar las ropas que hereda de sus antecesores. No pinta mal, ahora, boludo, falta dar la talla. BSO PANAMERICANO
Si no me equivoco y alguien me ha engañado, la cruz es de madera, como corresponde a los de su orden.