Era previsible que el asunto iba a monopolizar la conversación, pero al presidente del gobierno la primera pregunta de María Casado le pilló por sorpresa. Pues fue escuchar el «¿España necesita un rescate?» y empezar a titubear como un chiquillo que no se ha aprendido bien la lección. ¿Y qué estuvo haciendo horas antes Mariano Rajoy que no pudo prepararse a fondo su aparición anoche en televisión? Tiñéndose. Nunca estuvo tan claro. Podrá desmentirlo, como acostumbra a hacer, pero ayer era tan inmediata y radical su coloración que pocas dudas deja (si es que quedaba alguna). Y es una pena porque la cana, bien cuidada, no tiene porque desmejorarlo. Al contrario.
Sin embargo, no fue el único detalle estético que me perturbó de Rajoy (además de esas patéticas lentes). Desde hace ya unos meses, el presidente español se empeña en imitar el look de François Hollande. Y aunque el galo aún tiene mucho que limar, hay que reconocerle que ha sido un acierto apostar siempre por un mismo estilismo: traje y corbata en azul oscuro y camisa blanca. Así que el líder popular, una vez más, pretendió copiar a Hollande (la corbata de Rajoy era azul cielo, guiño corporativo a su partido ) sin caer en la cuenta que para intentar imitar, y ya que en ese proceso uno acepta la pérdida o renuncia de identidad (falta de personalidad), siempre debe primar la calidad.
Rajoy está muy delgado, es notorio que ha perdido kilos jajaja.