La ministra de cultura se apunta ahora al corte a lo garçon de los años 20. Pese a haber sido redactora de la revista Cosmopolitan, la imagen de Sinde necesita urgentemente una mano amiga que la ayude.
El pasado fin de semana un loco me recriminó que calzara unas romanas en pleno 2009. “Tú, tan dada a adelantarte a las modas, cómo puedes vestir estas sandalias ahora que ya las lleva todo el mundo”, me reprochó. “Mira, chaval. Con lo que me ha quedado de paro, esta temporada tengo que esperar a julio para hacer mis compras. Llevo un vestido a modo de top y estas sandalias son de hace un par de años. ¿Qué quieres?”, contesté notablemente molesta por su crítica. “Ah, vale. Sin son de hace un par de años…”
Al toparme con el nuevo peinado de la ministra de cultura, Ángeles González Sinde, intento empatizar con la cineasta. ¿Qué le habrá llevado a cortarse el pelo a lo chico como Lousie Brooks en los años 20 ahora que ya las que saben de tendencias se dejan crecer el cabello (entiéndase, Katie Holmes)? No creo que el motivo de llegar tarde a la realidad estilística se deba a problemas económicos, así que quizá todo resida en un mal consejo de una peluquera fuera de onda –y nunca mejor dicho. Aunque la verdad es que aunque el peinado llegue tarde, el corte le favorece. La melena cuadrada le oculta las orejas y el flequillo recto le encuadra mejor los rasgos faciales, consiguiendo una imagen menos desaliñada de la que normalmente acostumbra a ofrecer.
Lamentablemente, lo que el corte consigue, su poca gracia al vestir continua sin resolverse. Así, apareció en la alfombra roja del Festival de Cannes, arropando a la directora española Isabel Coixet, con un vestido de inspiración oriental rematado en flecos que bien podría haberse adquirido en el mercadillo de cualquier localidad playera. O también, cuando en la presentación de la exposición de Sorolla se decantó por un vestido azul marino invernal, ceñido por un cinto negro y hebillas bronce de Loewe –sigue la estela de ZP en cuestión de cinturones-, con el que casi parecía una azafata del museo de los años 50 a la que habían congelado por un tiempo prudencial.
A pesar de haber sido redactora de la revista Cosmopolitan, la ministra defensora de la moda española (Alma Aguilar, Devota&Lomba y David Delfín) necesita urgentemente un asesor de imagen.
PD. Pese al cariño que le debe procesar a su reloj Hublot de hombre del que no se desprende, hay ocasiones en las que sobra.