(…) Estos días, cuando todo lo político parece precipitarse y todos desconocemos hacia qué o dónde, resulta que despellejar al intelectual o artista que se atreva a opinar sobre el 1-O se ha convertido en deporte nacional. Lo más inquietante es que para deslegitimar al valiente (el que se identifica, se moja, se libera…), en vez de rebatir con argumentos su posición en este asunto en concreto, acaban muchos burlándose y despreciando su obra. Es entonces cuando el debate se convierte en monólogo (sólo me interesan los que piensen, sientan, coman, beban y vistan exactamente como yo), y el humano en borrego. SEGUIR LEYENDO