(…) El show acabó con un figurante vestido de Gandhi. Fue ahí cuando se me llevaron todos los demonios (tener que viajar a la India para buscar referentes de paz cuando alquilas un espacio como la Modelo tiene tela…) y me obligué a recordar…»Protesto de que se me quitasen todas mis ropas vistiéndome con otras humillantes, caso nunca visto por los mismos empleados que lo efectuaron. El juez rehúsa concederme un traje para comparecer ante el tribunal por estar también embargados mis vestidos. Ni un par de pañuelos de bolsillo pude obtener», dejó escrito Francesc Ferrer i Guàrdia que, después de la Setmana Tràgica, fue apresado y condenado a muerte en un consejo de guerra en la Modelo. No sé si Lluís Companys pudo salvaguardar su pañuelo de cuatro puntas cuando en 1930 también estuvo preso por ser abogado del anarquista Salvador Seguí (las fotos que existen del ex president de la Generalitat en su celda son de la Modelo de Madrid) o si, durante su estancia en la postguerra, el cartelista republicano Helios Gómez pintó la Capilla Gitana en el oratorio con el lustre que acompañaba su atractiva presencia (fuera vestido de bello anarquista, con corbata roja, con ropas de miliciano o de artista). Por ser en el exterior, sí hay memoria visual de los jerséis de cuello alto, las chaquetas de pana, las camachas, los jeans que gastó Lluís Maria Xirinacs durante sus dos años (1975-1977) apostado en la puerta de la cárcel para exigir amnistía. Atavíos, imagino, no muy distintos con los que entró Salvador Puig-Antich para no regresar jamás. SEGUIR LEYENDO