El primer ministro noruego, el laborista Jens Stoltenberg, ha cambiado su uniforme de político por el de taxista para conocer mejor las opiniones de sus ciudadanos. La estrategia de marketing político, perpetrada por las calles de Oslo en el mes de junio, pretende animar las elecciones legislativas del 9 de septiembre en las que, por el momento, el Partido Conservador es el favorito. Aunque los pasajeros quedaron atormentados con la mala conducción del primer ministro (al que algunos llegaron a reconocer), la vestimenta de chófer no le sentaba nada mal.
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